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La semiótica de la dominación

Ximena Grijalva

Fotografía de Mateo Arcentales (@mat.graphy)


Es indudable que la guerra de información se ha convertido en el principal campo de batalla para el gobierno del Ecuador en el PARO NACIONAL 2022; muchos ciudadanos, con la experiencia de la desinformación emitida por los medios tradicionales en el Levantamiento de Octubre de 2019, decidieron informarse a través de redes sociales, en donde hemos recibido un bombardeo simbólico, por parte de la Policía Nacional y el Municipio de Quito (Se publican tres contenidos nuevos cada hora).


Esta violenta generación de productos comunicacionales, que responde a un ejército simbólico, busca posicionar en el pensamiento de los ecuatorianos y ecuatorianas varias ideas:

  • Normalizar y justificar la violencia de la policía

  • Encubrir la violación sistemática de los derechos humanos

  • Deshumanizar al movimiento indígena y los movimientos sociales

  • Posicionar a los indígenas como violentos y “terroristas”

  • La ciudad como el espacio del “orden” y el campo como el sitio del caos, eliminando el vínculo de dependencia que tiene la ciudad en relación al campo.

  • Normalizar el racismo y el clasismo

  • Sacar ventaja de los blanqueamientos de los sectores medios de la ciudad de Quito.


Fotografía de Mateo Arcentales

En definitiva, justificar las acciones violentas de una institución que debe estar al servicio de los y las ecuatorianas para sostener al gobierno de la bancocracia guayaquileña; mientras que cuando fueron llamados a usar la fuerza en los enfrentamientos en las cárceles de todo el país, crearon la sensación de ser una institución frágil e ineficiente. Es evidente, que la policía nacional está más capacitada para reprimir al pueblo del Ecuador que para cuidar la paz y el bienestar de la sociedad, pues sus equipos de Robocop, los inhibidores de señal de internet, los gases lacrimógenos, los asesinatos a manifestantes… muestran su gran capacidad para violentar al pueblo; es evidente que deben defender sus beneficios: sueldos muy superiores al promedio del salario mínimo vital, hospital propio, fondo de cesantía propio, obsequios y regalos en cada ascenso…


El Municipio de Quito, por su parte, bajo el mando de un “alcalde” blanqueado y usurpador, busca reforzar el trabajo de la Policía, repitiendo el discurso de la ciudad como el espacio del “orden” y la “paz”. Es sabido que, debido a la ola de violencia, fruto del empobrecimiento de la población y la tolerancia al sicariato de este y otros gobiernos que le antecedieron; las ciudades ecuatorianas son lugares violentos e inseguros.


Es evidente que el Municipio de Quito ha dado cabida a otro ejército de comunicadores cuyo único objetivo es sostener al alcalde usurpador y al gobierno, que al igual que la policía, nos bombardean con sus productos comunicacionales cada 15 minutos que nos llenan de mensajes en torno a:


  • La ciudad como el lugar de orden

  • Los indígenas y movimientos sociales como símbolos de retraso.

  • La ciudad como el lugar

  • Los indígenas y movimientos sociales como un mal que hay que erradicar de la ciudad.

  • El “alcalde” como el héroe que cuida la ciudad

  • El “municipio” trabajando por el “bienestar” de la ciudad


Reproduciendo discursos racistas, clasistas y desvinculando a Quito del campo de donde vienen los productos que abastecen a la ciudad.

El gobierno, a través de la policía y las fuerzas armadas, está creando desabastecimiento de combustibles, para extender la inconformidad de la clase media blanqueada de Quito, que incita a la violencia en contra de los grupos originarios del Ecuador.

Todo este bombardeo informativo, busca acaparar las redes sociales que son el espacio en el que los ciudadanos críticos nos hemos refugiado para obtener información veraz, contaminando con sus “ejércitos asalariados” de comunicadores a la información generada.



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